A pocos días del arranque del gobierno estatal que encabeza el priísta Héctor Astudillo, queda claro que las cosas continuarán igual o incluso empeorarán en comparación al de Aguirre Rivero.
La incapacidad de resolución de conflictos del estado fallido se volvió a hacer presente este Miércoles, al darse un acto de represión contra los normalistas en Tixtla. A pocos días del arranque del gobierno estatal que encabeza el priísta Héctor Astudillo, queda claro que las cosas continuarán igual o incluso empeorarán en comparación al de Aguirre Rivero. La encomienda que el gobierno federal parece haber dado a todos los gobernadores es reprimir, detener a toda costa cualquier intento de manifestación contra la administración federal o locales como hemos visto en últimas fechas en los casos de maestros, campesinos y estudiantes.
Y es que ante los bajos indices de aprobación con los que cuenta el gobierno federal, la estrategia parece ser dar la imagen de un gobierno eficaz con capacidad de imponer sus decisiones a la inconformidad de "unos pocos". Pero resulta contrario el efecto que esto ha venido generando, pues la indignación; el repudio; la rabia siguen aumentando a medida que el gobierno parece cada vez más empecinado en acabar con la protesta social.
Oídos sordos del gobierno en todos los niveles y la exigencia cada vez más implacable de la sociedad parecen ser una combinación peligrosa.
¿Hasta cuando la estrategia de echar lumbre al barril de pólvora durará? Mientras el gobierno mantenga su mira puesta en ver enemigos en la sociedad organizada y no en atender la descomposición social que generan las diversas problemáticas de seguridad, empleo y economía familiar; estaremos más cerca del estallido social, si bien no general si de células que de manera gradual pueden ocasionar mayor inestabilidad en nuestro país.
Isaias García Castañeda @IsaiasGarCast
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